Antecedentes Históricos
Toda actividad humana es influenciada por multitud de factores que determinan las diferentes formas de su desarrollo en distintos lugares. Condicionantes climáticos, demográficos, políticos, topográficos, etc., han marcado una de las principales actividades que ocupa, desde siempre, a la mayoría de los hombres y mujeres de La Mancha: la agricultura.
Al estar situado el pueblo de Minaya en plena llanura manchega, participa de las características climáticas de ésta: inviernos fríos con moderadas heladas y veranos calurosos con muchas horas de fuerte insolación, añadiéndose a estas desfavorables condiciones la frecuente escasez de lluvias.
Igualmente participa Minaya de una característica del terreno común a muchos lugares de la planicie manchega: una costra caliza situada a muy poca profundidad que, como veremos más adelante, va a ser determinante en la aparición de esas construcciones de piedra típicas de la zona y que conforman su peculiar paisaje.
Sin embargo, todo lugar posee alguna característica que lo diferencia de los demás, y en nuestro caso no es otra que la de ser Minaya villa de Señorío desde su fundación el año 1330, hasta la abolición de los Señoríos por la Constitución de Cádiz el año 1812.
Durante la segunda mitad del siglo XII, la zona de nuestro interés carece de límites fijos entre cristianos y musulmanes. Las fortalezas de Alarcón, Alcaraz, Cuenca e Iniesta están bajo poder musulmán, mientras que Toledo, Huete y Uclés son dominadas por cristianos. es de suponer que las pequeñas aldeas y lugares situados entre estos puntos fuertes queden a merced de los caprichos de la guerra, pasando de unas manos a otras, hasta que las tropas de los reinos cristianos peninsulares derrotan a las musulmanas en la batalla de Las Navas de Tolosa (Jaén) el año 1212, quedando sumamente debilitado el poderío musulmán en un amplio territorio.
Es ahora cuando, una vez liberada toda la zona manchega, se inicia la segunda parte de la ocupación: la repoblación de aquellos lugares que han quedado prácticamente despoblados.
Probablemente el Concejo de Alarcón, a quien pertenecía la aldea de Minaya, iniciase la repoblación del lugar, pero con poco éxito por ser escaso el atractivo que para los nuevos pobladores tuviese nuestra aldea. Hemos de esperar a la aparición de una figura de gran importancia en la repoblación de la Mancha Albacetense: el Infante Don Juan Manuel, nacido el año 1282, hijo del Infante Don Manuel hermano del rey Alfonso X «el sabio». Recibe Don Juan, por herencia de su padre, el Señorío de Villena y con él la tarea de su repoblación. Para ello confirma y amplía privilegios a pueblos ya establecidos con el fin de atraer a nuevos pobladores, como son los casos de Almansa, Chinchilla, Jorquera y otros, y funda nuevos pueblos dotándolos de término propio tales como Minaya, La Roda y Villarrobledo.
En la mayoría de los casos, los pueblos estarán gobernados por un grupo de vecinos, el Concejo, que dará cuentas al Señor de Villena, pero en algunos otros el Infante Don Juan hará cesión de sus derechos y donará el pueblo y su término, en calidad de Señorío, a algún personaje de su confianza. Este es el caso de Minaya.
El día ocho de noviembre de 1330, el Concejo de Alarcón reunido en asamblea y a petición de Don Juan Manuel (Alarcón pertenecía al Señorío de Villena), acuerda la donación de la puebla de Minaya y su término, desgajado de San Clemente (aldea de Alarcón), a Diego Fernández de Cuenca, despensero mayor de Doña Blanca, suegra de Don Juan, según consta en documentos conservados en el Archivo Municipal de San Clemente y en el Real Archivo de Simancas.
Cinco años después, Don Juan Manuel concede al Señor de Minaya permiso para traer a su pueblo hasta cien colonos con sus familias, y el año 1370 el rey Enrique II confirma la donación y el permiso de repoblación, además de concederles la facultad de administrar justicia en su Señorío, a Juan Alfonso y Lope Fernández, hijos y herederos de Diego Fernández, según documentos conservados en el Real Archivo de Simancas.
Esta situación de Minaya como Villa de Señorío tanto territorial como jurisdiccional, se prolongarán durante varios siglos hasta la abolición de los Señoríos por las Cortes de Cádiz el año 1812. No obstante, el antiguo Señor de Minaya seguirá manteniendo todas sus posesiones hasta bien entrado el siglo XIX.